martes, 11 de enero de 2011

El rechazo





Las personas propensas al rechazo emiten señales que dicen:

"Pueden rechazarme". Aquellos que se sienten inferiores dicen y hacen cosas que ponen de relieve su inferioridad.

Los pesimistas se prestan a la desilusión.

Todo esto me recuerda una broma que solían hacer en la escuela para niñas a la que yo asistía. Alguien, furtivamente, ponía en la espalda de alguna niña:

"Dame una patada". Y la pobre niña se pasaba el día preguntándose por qué muchos se reían cuando ella pasaba.

Así es como muchos de nosotros actuamos en la vida. Tal vez sin que lo sepamos, pero de forma evidente para los demás, llevamos carteles que dicen:

Recházame o Hazme enfadar o Desilusioname.

Algunas personas parecen tener botones. A juzgar por su conducta, es como si estuvieran diciendo:

"¿Quieres un poco de sentimiento de culpa? Pues bien, aprieta el botón superior. ¿Quieres autodesprecio? Prueba con el del medio.
¿Quieres ver un poco de ira? Oprime el botón inferior. Siempre responderé".

Otras personas invitan a la infelicidad por medios más complicados. Todos hemos conocido a alguien en una fiesta que enseguida impresiona a todo el mundo por su genio y brillantez. Sin embargo, la noche pasa y él no se calla nunca y su estilo comienza a debilitarse.
Empezamos a darnos cuenta de su necesidad compulsiva de ser el centro de atención.
He aquí una persona diciendo, de manera indirecta:
"Consideráme un pesado". Y así lo hacemos.

El adiestramiento para adquirir seguridad consiste principalmente en transmitir a los demás cosas como:
"No estoy disponible para que me molestes".

El objetivo de la técnica del "para ti, para mi" es demostrar que no estás dispuesto a ser el prisionero de la opinión de nadie acerca de tí.

No estás dispuesto a permitir que creen en tí sentimientos egoístas, o de ira, o de poca autoestima. En cambio proclamas: Tú y yo tenemos diferente opinión acerca de mi. Para tí, soy un egoista. para mi, me preocupo por mi mismo. Para tí, soy demasiado alto. Para mí, juzgas a las personas por conceptos superficiales. Para tí, soy un incompetente. Para mí, soy un buen empleado que se confunde por tus constantes críticas.

La razón por la cual es tan importante reconocer los clichés culturales es porque si lo hacemos no nos dejaremos arrastrar por ellos. Por el contrario, podemos adquirir confianza y decir: No quiero comprar eso, no me queda bien. No esperes que por ser mujer me comporte como desvalida, ni que oculte mi talento. ¿Dónde está escrito? y ¿Quién lo dijo? también son formas de declarar nuestra independencia emocional y de hacer que nuestra conducta sea predecible para los demás. No seguiremos ciegamente a la manada por la senda negativa.

A medida que recordamos acciones pasadas, podemos ver en qué momento empezamos a provocar que se nos tratara como a ciudadanos de segunda clase.

Anduvimos con el cartel de "Dame una Patada" en nuestras espaldas. Pero ahora vamos a arrancárnoslo.

Si alguien nos da algo, por ejemplo un libro, nuestra reacción es cogerlo. Si alguien nos cuenta una sarta de patrañas, nuestro impulso puede ser también aceptarlas. Pero, ¿Por qué habríamos de hacerlo? Si no la aceptamos, quien quiera que sea el que nos la está ofreciendo, no podrá deshacerse de ella. De eso se trata ser predecible y no estar a disposición de los demás. Tenemos todo el derecho a no dejarnos arrastrar por el juego emocional de otra persona. Tenemos derecho a decir que "no".

Si un marido desea un "matrimonio abierto" y la esposa se siente vulnerable en esa situación, tiene todo el derecho a proteger sus propios intereses. Tienes derecho a decir "no". Tienes todo el derecho a que los demás no te maltraten emocionalmente. Puedes aprender a utilizar las palabras adecuadas para indicar a los demás qué cosas tolerarás y cuáles no.

No se puede rechazar a alguien que no esté disponible para el rechazo, ni humillar a alguien que no esté dispuesto a ser humillado, ni castrar a un hombre que no esté dispuesto a ser castrado.

Podemos disminuir la vulnerabilidad si hacemos saber a aquellos que nos rodean cómo vamos a reaccionar, poniendo en claro qué cosas soportaremos de ellos y cuáles no.

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